La misiva a doña Karla |
Sonia Marta MoraLa tragedia ocasionada por el colapso del puente de Turrubares -que cobró la vida de personas inocentes- nos ha provocado, sin lugar a dudas, un enorme dolor. Un sentimiento extraño e inusual, como el hecho triste que lo provoca. Y un asombro casi tan inusual e indescriptible nos genera la carta que don Oscar Arias le dirige a su ahora ex colaboradora, doña Karla González. • • Podría considerarse esperable que una misiva en estas circunstancias exprese sentimientos de amistad y agradecimiento, al menos desde la perspectiva de quien la había nombrado en el cargo. Esto puede calificarse, desde una visión respetuosa, como explicable. Pero lo que resulta sorprendente y realmente inaceptable es que don Oscar pretenda transformar una circunstancia que le exige a él y a sus colaboradores, explicaciones claras y una actitud humilde ante un error grave que provocó la pérdida de vidas humanas, en una circunstancia para enjuiciar a los otros y presentarse más bien él y sus más cercanos como las pobres víctimas de alguna confabulación perversa. • • Los ingratos, según sus conceptos, no son los políticos tradicionales que por décadas han permitido el desmantelamiento de programas clave del estado y la partida de profesionales extraordinarios que hicieron grandes y admiradas a las instituciones costarricenses, desmantelamiento tenaz que ha causado un deterioro acumulado, entre otras cosas, de la infraestructura pública y ha puesto en peligro la seguridad y la vida de los pobladores. Los ingratos para él son los otros, los que se atreven a señalar ese abandono y a pedir cuentas. Los culpables son el chofer del bus y todos los demás; los medios de comunicación, los que “nunca han ocupado el poder”, los mal agradecidos que no entienden el honor que les hacen algunos al ser sus gobernantes. “El mundo al revés”, como dice la canción… • • Don Oscar levanta su voz airada contra el “nivel de violencia en el debate público” cuando este debate lo afecta a él y a sus colaboradores… Pero consiente si esta violencia se aplica a quienes no piensan como él. ¿Será necesario aún recordar que no hay expresión más acabada de esa violencia que el memorándum de sus colaboradores Casas y Sánchez? ¿Será necesario recordar el dolor de miles de ciudadanos que sufrieron su puesta en ejecución? Se queja el señor Presidente de los salarios y de las condiciones en que laboran funcionarios públicos, pero omite decir que esas “décadas de abandono” de lo público a las que con razón se refieren él y doña Karla González ha sido provocada por un modelo de desarrollo que la política tradicional –de la cual don Oscar es fiel exponente- ha impuesto en Costa Rica, debilitando la herencia de los grandes costarricenses que diseñaron un país inspirado en el bienestar de la mayoría. Y es que esa política tradicional genera, justamente, políticos anclados en el pasado que con facilidad acusan a otros, pero que se muestran incapaces de asumir, ante una ciudadanía emancipada, sus propias responsabilidades. |
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