Festeje y sonría
Aunque se haya tenido un año, de reguleque a malo, ¡festeje!. Tiene que nutrirse de alegría. Esa es la única forma de salir adelante. Es que los problemas siempre estarán ahí, acechando el corazón: la soledad, la cesantía, la pérdida de un ser querido, una desilusión, la falta de muchas cosas. Pero, OJO, esas situaciones no deben decidir lo que será el nuevo… eso lo decide usted, nadie más.
Muchas personas tienden a deprimirse, y eso es comprensible. Se recuerdan especialmente a las personas que ya no están, a los familiares que se encuentran en otro país, a las personas enfermas; o bien, comienzan a hacer su propio balance cargado de carencias, problemas y desilusiones. ¿Qué dificultad le encuentran el cambiar de sintonía y reemplazar las lágrimas por planes positivos y esperanzadores?
Esperanzas renovadas
Las esperanzas, aparte de “que nunca se deben perder”, tienen la facultad de renovarse, si en algún momento estuvieron decayendo por ahí. Entonces, siempre piense que su cataclismo laboral, financiero o emocional, tiene siempre una oportunidad de ir por una buena senda, pero depende de usted, no del vecino o de dejar caer muchas lágrimas.
Avance sola… camine solo, con muchísima fe. Estoy de acuerdo que las penas y los problemas muchas veces no pueden solucionarse; pero sí pueden ser reemplazados por momentos tan hermosos, llenos de paz y recuerdos de pequeñas cosas buenas que han ocurrido. No todo ha de ser malo en la vida.
Olvídese de los malos presagios, sea feliz y prepare su camino propio para el nuevo año que se avecina, sobre la base del amor y los mejores anhelos. Construya, además, sus propias perspectivas; quiérase mucho. Verá que encontrará la felicidad en las pequeñas cosas que pueda ofrecerle la vida. No añore grandezas, y verá que en las pequeñeces, se hallará una máxima contribución para alegrar su corazón.
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